Fotografía
Contemporánea en la Colección Telefónica. Espacio Fundación Telefónica. C/
Fuencarral 3, Madrid. 24 de octubre de 2013 al 2 de marzo de 2014.
Universos paralelos
Andreas
Gursky, Cindy Sherman, Jeff Wall y Richard Prince abren la exposición Fotografía Contemporánea en la Colección
Telefónica. En el Top Ten de las
fotografías más costosas figuran siete de sus obras, aunque ninguna en esta
colección. Gursky acaba de batir el récord que tenía anteriormente Cindy
Sherman, quien, a su vez, se lo había quitado al propio Gursky: 4,3, 3,9 y 3,3 millones
de dólares. Por una fotografía
“El
papel del fotógrafo es mostrar lo que sucede en nuestra sociedad a través de
imágenes y el papel del espectador es descifrar esas claves para entender
muchos de los ejes que hoy en día empujan y mueven nuestra sociedad”, dice
Ramón Esparza, comisario de la exposición. Entonces, habrá que ir más allá del
eslogan “lo que ves es lo que ves”, porque “es preciso alejar el espejismo de
la inocencia: nunca una práctica de
representación –y el arte no es otra cosa- es “inocente”, decía José Luis Brea.
La
Colección de Fotografía Contemporánea de Telefónica se consolida en 2002 bajo la asesoría de
María del Corral -directora del MNCARS (1991-1994) y asesora de la colección de
arte contemporáneo de la Caixa (1995-2002). Su objetivo: “recoger las
tendencias de la fotografía como disciplina creativa en las últimas décadas”. Es
decir, “artistas que utilizan la fotografía como fundamento de su expresión
plástica” por contraposición a aquellos que la usan como documento. El
argumento: la necesidad de crear, a nivel institucional, una colección de
fotografía contemporánea dado el valor innegable de lo fotográfico para el arte
del siglo XXI. En el año 2004 la Fundación expone una primera selección. Actualmente,
la colección cuenta con más de cien obras de unos cincuenta artistas.
El
proyecto se estructura a partir de la idea de dos líneas paralelas: Una que
parte de la obra de Bernd & Hilla
Becher; la otra, de John Baldessari. Idea ésta que configura tanto la base conceptual
de la colección como el actual montaje de la exposición.
La
exposición cubre un periodo que va desde finales de los años setenta a finales
de los años noventa a través de cincuenta y seis obras. Se distribuyen a partir
de un espacio común presidido por Cowboys
& Girlfriends (1992) de Richard Prince y Man Fallen in S-Curve (1984) de John Baldessari: dos ejemplos de
apropiacionismo: imágenes tomadas de los mass
media. Frente a ellas, respectivamente, están Hong Kong Port (1994) de Andreas Gursky y Overpass (2001) de Jeff Wall. Estas dos obras definen los dos ejes
principales de la exposición:
Es
la cotizada obra de Gursky la que marca el acceso a la línea de la “Escuela de
Düsseldorf” y no el trabajo de sus maestros Bernd & Hilla Becher, los
creadores de esa mirada científica llena de “contención y distanciamiento
respecto al objeto fotográfico”.
La
otra línea, el “Postmodernismo Americano”, (léase estadounidense-canadiense) empieza
con una inmensa caja de luz de Wall. Una estudiada fotografía, que parece una
toma casual. Cuatro personajes pasan al lado de una fábrica. Van con la cabeza
agachada. Portan bolsas de basura llenas de cosas y arrastran maletas bajo un
cielo grisáceo. Se alejan de nosotros. Gesto, emoción, construcción, aquí;
apropiacionismo, metadiscurso y referencias iconográficas en las demás obras. Esas
son sus características.
Y
en medio de las dos líneas, unas obras que pretenden ser híbridos de su cruce. (Pero,
geométricamente, ¿cómo se pueden cruzar dos líneas paralelas?). En fin, dejando
en paz a Euclides, Time Lapse de
Francis Alÿs e Incidentes de Xavier
Rivas -una obra hecha expresamente para la Fundación a partir de la reforma del
edificio- son, quizás, ejemplos de tal hibridación. El esquematismo de las
secuencias temporales modificadas por la incorporación de acciones humanas. Sin
embargo, las dos fotos de Paul Graham Woman
with Golden face y Blinded Woman,
donde impera la tristeza y la soledad, bien podrían estar al lado de las de Lorca
diCorcia.
Volviendo
a la línea Düseeldorf: sólo un retrato, de Thomas Ruff. El resto de obras son
interiores arquitectónicos o de maquetas y ciudades y paisajes donde reina la
ausencia de lo humano, como Plaza de San
Ignazio, Roma de Thomas Struth, o donde la escala aplasta a la gente y hace
que desaparezca. Composiciones donde resalta, sobre todo, la línea de horizonte,
exterior o interior: Olafur Eliasson y Axel Hütte. Un síndrome de
horizontalidad tan solo roto por esa topografía artificial de Perejaume, Projeccions: un relieve con montañas de
diapositivas.
En
cambio, la línea Postmodernista se esmera en crear unas atmósferas de emociones
y afectos captando los gestos de los rostros y dramatizando el efecto por medio
del color, las luces y las sombras. Ya sean los transeúntes y peatones anónimos
ensimismados de Willie Doherty o Philip Lorca diCorcia; las caras con nombre propio-Anni de Salla Tykkä o Victoriano
de Esko Männikkö-; o las “actuaciones” de viejas conocidas como Cindy Sherman o
Marina Abramovich.
Dos
líneas paralelas: una fría y otra cálida, nos recuerdan a una vieja geopolítica.
Dos
ejes paralelos, Norte y Sur, representan las contradicciones de la era global.
Sin
embargo, el Arte y el Mercado globales no son en absoluto líneas que
permanezcan paralelas. Su maridaje ha creado un nuevo paisaje: La burbuja del
Arte. En 2006 Tobias Meyer, jefe de arte contemporáneo de Sotheby´s, sentenció:
“el mejor arte es el más caro porque el mercado es muy listo”. Y es esa listeza
la que termina justificando casi todo.
Telefónica
es la quinta multinacional de telecomunicaciones en el panorama global. La
creación de la Fundación, a principios de los años noventa, coincide con el
comienzo de la expansión de empresas multinacionales españolas hacia
Latinoamérica al son de la apertura de mercados y de la privatización de entes
públicos. Como línea paralela, el papel de las fundaciones, en la mayoría de
los casos, es el de proporcionar una imagen amable de una multinacional por
medio de una serie de inquietudes solidarias. Aunque suene paradójico, “una
fundación es una institución privada que presta a la sociedad determinados
servicios considerados de interés público”.
En
2012, dos de cada tres clientes de Telefónica eran de Latinoamérica, es decir, más
del cincuenta por ciento de los ingresos de la compañía. En el mismo año, la
multinacional fue multada por el Tribunal General de la Unión Europea con casi
ciento cincuenta y dos millones de euros por
abuso de posición dominante en el mercado de banda ancha entre 2001 y
2006. Este año, la Comisión de Mercados de las Telecomunicaciones la multó con
cuatrocientos cincuenta mil euros por “incumplir la obligación de ceder los
datos sobre su despliegue de fibra a los demás operadores”.
Telefónica
se extiende por los países del sur buscando el monopolio de los mercados de la
comunicación de masas -en lucha con los norteamericanos por el control de la
televisión-. Mientras tanto, parte de la colección de fotografía inició una
itinerante, en marzo de 2011, por Lima, Sao
Paulo, Caracas, Buenos Aires y Santiago de Chile.
Dubán Urbina