Around. Dionisio González
Del 12 de septiembre al 10 de noviembre
Sala Canal de Isabel II. C/Santa Engracia, 125. Madrid
Al
igual que los pasos inquietos y experimentales de Le Corbusier, la
exposición Around de Dionisio González transita en la
utopía. Ficticias propuestas de arquitecturas hiperbólicas e
impensables se manifiestan como una singular reflexión fotográfica
sobre los modos de habitar la ciudad contemporánea y las relaciones
del hombre con el territorio globalizado. En países como Brasil,
Vietnam, Corea del Sur o Italia, organismos vivos cambiantes y
sensibles se ensamblan al entorno como una mala hierba. Y estos son
re(de)construidos por su mirada artística, crítica y positiva al
mismo tiempo. Exquisita por el devenir de ideas libres, imaginadas,
construidas a través del retoque digital. Confusa porque choca
frontalmente con los límites de lo real, lo físico y lo tangible.
Los
cuatro niveles de la Sala de exposiciones Canal Isabel II presentan
en su estreno de temporada una treintena de fotografías, tres
vídeos, una video-instalación y seis cajas de luz que, testigos
inherentes al espacio singular y absorbente que las acoge, son
articuladas por el comisario Sema D'Acosta en sentido ascendente,
circular y rizomático. Y ese es su acierto. Pues como discurso
anterior ya mostrado hace unos meses en el Casino de la Exposición
de Sevilla, las siete series realizadas por González desde 2001
hasta la fecha funcionan en fluida sintonía con el marcado carácter
industrial del antiguo depósito de aguas. De estética atractiva,
luminosa y colorista, las imágenes creadas por fotomontaje nos
seducen y atrapan cuestionando la viabilidad de un proyecto urbano
alternativo que, más allá del discurso extravagante, invita al
espectador a la ambigüedad de la duda. Un conflicto entre mito y
realidad como experiencia sensorial e intuitiva que transita en la
huella del tiempo y la memoria.
En la
primera planta enseguida descubrimos que la serie Venecia. Las
horas claras (2011) no son simples y bonitas fotografías
retocadas. La reconstrucción ideal de proyectos arquitectónicos
vanguardistas no materializados enfrentan el aspecto actual de la
ciudad de Venecia. Como sitio histórico emblemático que perdura en
el imaginario colectivo pone en duda la misma noción de patrimonio
histórico, artístico y etnográfico. ¿Pues hasta qué punto es
necesario preservar la idea de un parque temático para el turismo de
moda que hace imposible la propia habitabilidad del residente al uso?
Precariedad versus bienestar.
Pero
al margen de esta dualidad, la idea de amenaza de un ecosistema
natural es marcado por el crecimiento inusitado de un sistema
orgánico vernáculo. Debate consensuado por los proyectos
irrealizables de Le Corbusier, el sueño de una utopía, cínica e
irónica repiensa y decostruye la rehabilitación arquitectónica al
uso del ritmo cambiante y permutable de las personas. ¿Es viable
entonces la construcción de arquitecturas respetuosas con el medio y
la aglomeración de la sociedad? Para nuestra sorpresa parece ser que
sí. En Halong (2007-11), Situ-acciones (2002), Favelas
(2004-07) y Busan (2011), González utiliza la fotografía y
el proceso de edición digital como herramienta que reconstruye a
modo de tetris la imagen de una nueva ciudad global. La
representación de un mundo idealizado que se presenta como
alternativo al mundo existente. Y en nuestra percepción óptica los
grandes espacios del ocio no funcionan. Pero sí las pequeñas
estructuras biológicas y modulares pensadas a escala social en
términos de confort y accesibilidad para la comunidad.
Entre
una visión fatalista, banal o regeneradora, la reflexión final de
la exposición evidencia a través de Thinking Hanoi (2008)
como la propia idea de habitar en la ciudad no funciona. Aquí, allí,
en cualquier lugar o en ninguna parte, la cotidianidad se enfrenta a
la memoria de un proceso temporal y espacial de desplazamiento. Al
igual que el eje expositivo. Ordenado en función de un núcleo
central de comunicación, Dionisio González construye la imagen,
Sema D'Acosta propone el discurso y nosotros secundamos el debate.
Por
Noelia Centeno
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