miércoles, 13 de noviembre de 2013

Melissa M. Ramos Borges
Crítica 5
Fotografía contemporánea en la colección Telefónica

La muestra Fotografía contemporánea en la colección Telefónica, comisariada por Ramón Esparza, toma como punto de referencia dos escuelas de pensamiento forjados en la década del 1980: el posmodernismo estadounidense y el escuela Düsseldorf.  Las cincuenta piezas que forman parte de este colectivo exploran las características dictadas por este eje conceptual.

El recorrido comienza con una exploración del apropiacionismo, con piezas de John Baldessari y Richard Prince, un ejercicio que pretende contextualizar la escuela de Düsseldorf y el posmodernista estadounidense.  En su pieza Man Fallen In S-Curve (With Man Looking Down And Man Looking Up) de 1984, Baldessari se apropia de la imagen de proyecciones cinematográficas.   En Cowboys & Girlfriends (1992), Prince trabaja con fotografías tomadas de la publicidad en los medios impresos de marcas de cigarrillos.  Este retomar fotográfico de la imagen del vaquero, el ideal masculino estadounidense, cuestiona a la vez, la autoría de la imagen y del concepto del ideal que tratan de proyectar.  La apropiación, la cita y/o la referencia a un pasado dentro de la propia historia del arte se refleja en las obras de los seguidores de esta escuela, como las dos piezas de Cindy Sherman, ambas Sin título, los Interieurs Parisiens: 1-24 After Atget (1997) de Sherrie Levine y la Pietá (1983) de Marina Abramovic.

La fotografía como documentación se explora en las piezas de Vik Muniz, Francis Alÿs, y Xavier Ribas.  Muniz, en Chocolate Disater (1999) utiliza la fotografía para documentar dibujos de accidentes automovilísticos hechos con sirope de chocolate sobre papel.  En Time Lapse (2001) de Alÿs, el artista documenta la acción que se llevó a cabo en la Plaza del Zócalo en Mexico DF.   La documentación no solo captura el movimiento de los participantes en acorde con la sobra del asta de la bandera en el centro de la plaza, sino también funciona como metáfora del tiempo que pasa.

Per Barclay documenta el deterioro en la serie Waterhouse. Vassiviere Island Sculpture (1995-2002).  El artista inunda el interior de la casa, creando un juego de la palabras waterhouse y casa de agua.  Esta imagen, una toma del interior inundado, captura la luz que entra por las tres ventanas, y su consecuente reflejo en el agua, creando un lago artificial dentro del espacio construido.  Sabine Hornig utiliza la ventana y el reflejo para abordar la relación entre el interior y el exterior. Su pieza Sin título (2003) delimitada por el marco de la ventana, un trampantojo jugetón, se refleja la naturaleza del invierno en el cristal de la ventana que encierra un espacio interior igualmente frío.

La fotografía altera las dimensiones de lo que se fotografía, distorsiona la realidad y se dificulta establecer dimensiones sin tener un punto de referencia.  Tal sucede con la imagen de James Casabere Wrap Around Window (2003), en la cual captura el interior de un espacio arquitectónico.  En este caso, el artista fabrica una maqueta a escala y procede a tomar fotografías.  Impresas a gran formato, juega con la proporción del espacio retratado y la dimensión de la misma fotografía, creando duda de qué exactamente es lo que se observa.

La exhibición captura el momento de transición en la practica fotográfica, el desplazamiento de la tecnología análoga por la digital.  Este cambio permite finalmente que la fotografía alcanze el tamaño de la pintura, por ende intenta colocándose al mismo nivel jerárquico.  La tecnología análoga limitaba el tamaño de la pieza, el gran formato que la pintura podía explorar, era casi imposible en la fotografía.  La cámara digital y toda la caja de herramienta que trae consigo, permite por primera vez que la fotografía pueda imprimirse a gran formato, poniendo aún más en cuestionamiento la declaración de Delaroche, "desde hoy, la pintura ha muerto".

Una inquietud de la escuela Düsseldorf era cómo la fotografía podía asumir una propuesta pictórica.   Exploraban, entre otros aspectos, el color y destacaban su importancia. En ocasiones, recurrían a la enmarcación, marcos de madera gruesos que recordaban aquellos utilizados en la pintura, y se incorporan como parte esencial de la pieza.   Las piezas de Esko Männikkö de la década del 1990, fotos de pequeño formato con marcos que aluden a un pasado pictórico, son un claro ejemplo de esta práctica.

Esta escuela tiene especial interés por los espacios construidos y la arquitectura. Espacios  habitados, pero deshabitados, carentes de la figura humana, pero llenos de su presencia.  Estos espacios, como los que captura Miriam Bäckström, Axel Hütte y Candida Höffer, indagan el concepto del simulacro o la misma historia de la arquitectura. Miriam Bäckström toma fotografías de espacios interiores, escenarios para la filmación de ficciones.  La artista deja pistas dentro de la composición, el equipo de grabación, para alertar del simulacro, de la falsedad de ese espacio.  La obra de Candida Höofer Neue National Galerie Berlin VII  retrata el interior de un espacio que lo diseñó Mies van der Rohe, el pionero del  estilo Internacional.  La fotógrafa enmarca la composición en un espacio de aparente lujo sensorial, texturas como el mármol, madera, cuero, metales. A su vez, la misma composición hace homenaje a la arquitectura que captura.  Son piezas muy estéticas, muy pensadas y de gran exquisitez visual.

El paisaje, como género dentro de la historia del arte, aparece en las obras de Bleda y Rosa, Olafur Eliasson, Perejaum y Andreas Gursky. La obra de Eliasson The horizon series (2002), un políptico de fotografías, colgadas a modo de cuadrícula, una colección de paisajes a distinta luz, crea varias líneas de horizonte.

La coherencia en la selección de las piezas y los temas que se proponen discutir se percibe levemente y hace que el recorrido sea complicado de seguir.  A pesar que en el texto del catálogo el comisario divide y categoriza cada artista con su escuela de pensamiento, en la sala de exhibición la organización no fue así. Entrelazan las piezas de ambas escuelas, en raras ocasiones lograban diálogos entre las piezas y aquellas a su alrededor. ¿Esta organización desorganizada, donde coexisten estos dos discursos, puede posicionarse dentro de la misma postura del posmodernismo?

Esta exhibición es una selección de artistas con trayectorias y carreras sólidas.  La colección de la Telefónica, relativamente joven si se compara con otras colecciones que comparten el mismo interés, solo 11 años coleccionando este medio, tiene más de 100 obras de 48 artistas de renombre internacional.  Por otro lado, la selección  del comisario compone casi la mitad de las piezas de la colección, que se enfoca en la producción fotográfica a partir de la década del 1970.  Los parámetros para seleccionar no se presentan como nuevos ejes conceptuales, me arriesgo a decir que es el hilo conductor de la colección per se.  Pero, cabe destacar que las piezas expuestas son de alta calidad técnica, estética y conceptual.

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