miércoles, 30 de octubre de 2013


                                                                   Mínima resistencia

Entre el tardomodernismo y la globalización: prácticas artísticas durante las décadas de los 80 y 90.

                                           Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

                                                                 Rocío Jiménez Solana

  El museo presenta una selección de obras a partir de la reordenación de los fondos de su colección nunca expuestas hasta el momento, así como nuevas adquisiciones y material donado por asociaciones como Guerrilla Girls y Radical Gai. Se presenta como un repaso de las dos décadas a través de fotografías, pinturas de gran formato, carteles, videos, esculturas y performances de unos ochenta artistas y colectivos de la escena internacional y nacional (con especial atención a la propuesta del madrileño Miguel Ángel Campano, considerado uno de los autores clave en la renovación de la pintura española, así como la conmemoración del trabajo de Pepe Espaliú a través del visionado de sus Carrying, performances callejeras en solidaridad con los portadores del VIH; y donaciones de obras de colectivos críticos como Estrujenbank, que se presentan por vez primera). Se trata de una visión enmarcada en el proyecto los usos del arte de la red de museos europeos L’internationale.

  Las obras expuestas son una muestra del cambio de percepción del mundo como consecuencia de las grandes transformaciones sociales y políticas acontecidas durante las dos décadas. Se reflejan problemas ligados a la naciente globalización, la economía neoliberal, el fin del comunismo y el dualismo político mundial; las primeras guerras étnicas y la emergencia de la cuestión islámica; la manifestación de inquietudes relativas a una complicada existencia caracterizada por la presencia masiva del SIDA y en el que un numeroso grupo de mujeres artistas enarbola la bandera de la crítica social. En definitiva, discursos que giran en torno a la memoria y el cuerpo como muestran también autores latinoamericanos y la toma de postura bajo sus respectivas dictaduras.

  Es un arte mezclado con la vida y la política, un intento por desvelar y desactivar los “micropoderes”, estrategias y mecanismos de representación dominante en una vida fundamentalmente mediática. Es la búsqueda por parte de los artistas de espacios de mínima resistencia en un nuevo mapa geopolítico, tal y como hace la pareja de artistas suizos Fischli & Weiss en su desdoblamiento en ratón y oso a través de un film cargado de humor, ironía y cinismo, y que da título a la exposición . La existencia de nuevos medios, que trae aparejado nuevos conceptos y comportamientos, se traduce en nuevas producciones artísticas en las que se da una especial relación entre la visualidad y la textualidad, desarrollando estrategias mediáticas y publicitarias, acciones y situaciones que acompañan a las propuestas.

  Son obras en las que prima la comunicación pues uno de los objetivos principales consiste en plantear un arte activo capaz de dar a luz a una política diferente a la del Estado, creada no para servir u obedecer, sino para recordar y contribuir. Un reconocimiento de subjetividades nuevas y hasta ahora ignoradas en las que se perfila la muerte del sujeto moderno que se pretendía universal, y lejos de prácticas divisorias mediante las cuales el individuo queda separado de los Otros, por ejemplo la dualidad enfermo-sano y hombre-mujer (las dos fotografías expuestas de Cindy Sherman, quien intenta engañar a la mirada masculina, la mirada del poder, son un ilustrativo ejemplo de la idea de que las imágenes que nos rodean son imágenes que construyen nuestras identidades, que la identidad es construida socialmente y que, por tanto, los roles que nos marcan y diferencian son ficticios). Encontramos representaciones de lo excluido en un camino para el descubrimiento de las singularidades. Un ejemplo de ello son las obras de Pedro Lemebel y Diamela Eltit en sus exhibiciones del cuerpo del enfermo, de lo marginado, de los Otros.

  Los artistas, a través de propuestas centradas en el entorno, creando ambientes o instalaciones, investigan nuevas relaciones entre el observador y un objeto que no es una superficie rectangular colgada de una pared. Se trata de propuestas artísticas en las que se le pide al espectador una transformación, pues ver ya no es un simple estado pasivo antes las cosas, sino colaborar. Un arte no para educar al público, sino para comunicarse y reflexionar a través de él.

  La nuestra debe ser una mirada cargada de teoría y obligada a realizar un ejercicio crítico, es decir, ver la obra plástica como una contribución más para el esclarecimiento de problemas mundanos, como las propuestas ligadas con las políticas de género e identidad, diferencia sexual y performatividad. Problemáticas a las que se dedican varias salas de la exposición que muestran las creativas estrategias y tácticas de combate como las llevadas a cabo por Guerrilla Girls, Radical Gai y Colectivo LSD. O el debate entre la identidad y la diferencia sexual en Remodelando la historia de Jo Spense, una obra en la que se reflexiona entre ideología, cuerpo y lenguaje. Sin salirnos de estas líneas críticas, también encontramos obras que provocan incluso escalofrío por lo desagradable de la visión en una especie de atracción-repulsión como la de la artista Itziar Okariz en The art of falling Apart. Y la audiencia no puede acercarse a estas propuestas por la mera información o entretenimiento, no puede uno dejarse llevar sin más. Como señaló el sociólogo francés Pierre Bourdieu “ La mirada del aficionado del arte del siglo XX, no es un don de la naturaleza, es el producto de una larga historia colectiva”.  Advierto pues al lector y potencial visitante que se requiere tiempo y un mínimo bagaje no sólo artístico sino también cultural si no queremos que las obras de estos artistas hayan sido en vano. Y que realice un esfuerzo extra de comprensión porque en ocasiones las obras resultan disonantes en el entorno institucional en el que se encuentran, agravado por un espacio frío e impersonal.

  Y, por último, desearle suerte para el día de su visita: que no haya problemas técnicos que impidan exponer las obras y que, con las que se tope, estén seguramente ancladas a la pared, sobre todo si se trata de láminas de gran envergadura.

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