Esta exposición se suma
a la lista casi infinita de muestras dedicadas al movimiento originado en París; basándose en la conocida Fantastic Art, Dada and Surrrealism, realizada desde
el MOMA en 1936 (bajo la dirección de su fundador Alfred H. Barr), tiene como
objetivo crear un panorama de precedentes que pudieron configurar el corpus
artístico del grupo surrealista.
El hecho de que se base
en una muestra tan pionera y por tanto ya antigua como fue la del MOMA sugiere varias
preguntas; en primer lugar ¿Tiene sentido reproducirla en la actualidad sin
llevar a cabo una revisión crítica? Si seguimos el fundamento teórico de la
exposición, parece no ser necesario. En segundo lugar, ¿No sería pertinente advertir
sobre la diferencia entre lo fantástico y lo imaginario? Precisamente los
surrealistas rechazaban tal categoría por aludir a la evasión, al ser uno de
sus objetivos ensanchar lo real incorporando lo irracional. Por último, la
muestra de Nueva York recopiló unas setecientas piezas desde distintos puntos
geográficos, y sin embargo la presente consta de unas trescientas que
fundamentalmente provienen del Germanisches Nationalmuseum. Así pues, quizá el
título de la exposición no sea el más adecuado respecto a sus contenidos, pues queda
la sensación de haber visitado otra, quizá una muestra titulada “Antecedentes
del surrealismo en la colección del Germanisches Nationalmuseum”, por ejemplo.
Es complicado entonces que, como se anuncia en la hoja de sala, las obras “muestren
de manera representativa” las principales influencias del grupo liderado por
Breton.
Por otro lado, justifican
que el grueso de las obras sean en papel por la posibilidad experimental e
inconformista que da este material, pero apenas se han incluido piezas de gran
importancia para la comprensión del movimiento, que recordemos de origen
literario, como textos, revistas, cadáveres exquisitos o collages (técnica que en
Occidente se remonta al medievo).
En cuanto a las once secciones
en las que se ha dividido la muestra, encontramos que ciertas carecen de una definición
conceptual clara, llegando a ser algunas casi intercambiables, como “Figuras
compuestas” y “El ser humano construido”. Y por el contrario, echamos de menos
otras categorías estéticas que vertebraron las creaciones del grupo surrealista
y que se pueden también rastrear desde tiempos pasados; a modo de
ejemplo podríamos citar la belleza convulsa, el erotismo y el deseo, o la
imaginación como arma política. Y seguimos echando en falta cosas, pues aludiendo
al marco geográfico, hemos de reconocer que es bastante reducido. Se excluyen coordenadas
como África o México que también marcaron la estética surrealista, y que podrían
encajar dentro de secciones como “Fantasmagorías” o “Las sombras de las
sombras”, al tiempo que descentrarían el eje europeísta que sostiene la
exposición.
Por último, y a pesar
de las carencias que venimos mencionando, Surrealistas antes del surrealismo
apuesta por recrear la estética de las exposiciones históricas del movimiento,
concretamente la de 1938, donde se colgaron en suspensión sacos de carbón, aquí
sustituidos por hamacas tradicionales mexicanas. La ambientación se refuerza
con luz tenue y el tono azul oscuro de las paredes, que junto a las
proyecciones de cortos en el suelo, consiguen de forma satisfactoria imbuirnos
en el ambiente que aquellas veladas.
En definitiva, la
muestra, aunque interesante, peca de ambición, y aun así siempre merecerá la
pena acudir a ver obras irracionales, que no surrealistas, como las de
Goltzius, Durero o Goya.
Surrealistas antes del surrealismo
Fundación Juan March, Madrid.
4 Octubre de 2013 – 12 de Enero 2014
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