Mínima resistencia: Entre el tardomodernismo y la globalización,
prácticas artísticas durante las décadas de los 80 y 90.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía /
16 Octubre 2013 – 5 Enero 2014
El período en el que se enmarca la muestra, los años 80 y 90 fueron los depositarios
del auge neocon de Reagan y Thatcher, que volvieron a recuperar en el contexto internacional la
política el orgullo de la nación mediante políticas exteriores agresivas. En
España, este período se caracteriza por la vuelta del Guernica, la Movida y su posterior institucionalización, el
nacimiento de ARCO y de la industria cultural y esa característica costumbre
española de celebrar rápidamente el entusiasmo con la Exposición Universal de
Sevilla en el año 92.
Conforme esto acaecía, los artistas trataron de buscar lugares de
resistencia entre los en los recovecos del monstruo de la sociedad
institucionalizada de consumo. Ha sido deseo del Museo Reina Sofía traer a la
luz sus nuevas adquisiciones, cesiones y daciones, fruto de los acuerdos con La
Internacional de Museos, amén de piezas alojadas en sus depósitos a este
respecto. Todo ello exhibido de un modo ciertamente confuso.
Las prácticas artísticas de este período se aglutinan en la muestra en
torno a diversos campos de experimentación. Por un lado, la modernidad concebida como pasado es
expresada en las fotografías de Candida Höfer, desde una objetividad que
persiguió la captación de la arquitectura como soporte de escenas o el montaje
de Jeff Wall titulado La giganta,
donde el mundo prosigue a pesar de la figura que emerge en el centro de la
composición reforzando la idea de la arquitectura como decorado.
Del mismo modo, se ahondará en el carácter
social y ficticio de esta arquitectura. La obra de Isidoro Valcárcel, antaño
duro rival del Museo, planea espacios irónicos reflejados en los planos de su Edificio para parados. Jordi Colomer
también está presente en su vídeo-instalación Simo, donde se hace una férrea crítica de la concepción del sujeto como
proporción arquitectónica, ignorando peculiaridades locales. Sin embargo, en la
misma sala podemos contemplar los ready-mades del colectivo Les readymades appartiennent á tout le monde,
que cuestionan el concepto de autor, pero que nada tienen que ver con el
reclamo del espacio de vuelta al ciudadano, algo que, sin embargo, conecta con
la obra de Allan Sekula, expuesta en una sala separada, en la que se cita a la
escuela como productora, como fábrica de trabajadores al servicio de las
fuerzas del consumismo y de la negación del individuo, que es concebido como
objeto al servicio del progreso.
Se debe destacar la presencia de la crítica de los artistas españoles,
centrada en las instituciones: Juan Ugalde con su satírico Retrato de Reagan, o el incisivo colectivo Estrujenbank, que, tomando
imágenes banales para insertarlas en la realidad, muestra el equívoco de la
expresión desmesurada de los logros del progreso, que no se traducen más que en
escasa empatía con el medio cercano.
Es lícito, por tanto, afirmar que
la obra que da título a la exposición, concebida por los artistas suizos
Fischli y Weiss, ejemplifica la comodidad superficial denunciada y que el
capitalismo va imponiendo a costa de arrasar con las nociones del cuerpo, del
paisaje y del tiempo, mostrando el único objeto valioso de este proceso de
despersonalización: el dinero como fin.
El sustantivo, sin embargo, que se me antoja más acertado para describir
lo visto es el de escaparate, una estrategia de dinamización superficial. Se
pretende mostrar que el Museo Reina Sofía es una institución abierta al
permanente cambio y diálogo con respecto a las corrientes que fueron y que son
dentro del panorama del arte mundial y global. Pero, hilar conceptos dentro del
ensayo que se proyecta transmitir con esta nueva colección resulta arduo y
farragoso. La desconexión es percibida de un modo claro en la sala denominada
como géneros de la pintura, donde se
pretende reflejar la recuperación de la divinidad del artista y los viejos
temas de los cuadros de historia. Sin embargo, las obras de Marlene Dumas son
lobos entre las ovejas. La pretendida captación psicológica y exageración
cromática produce un desconcierto absoluto entre el Mar de Campano, la Democracia
de Dokoupil y, aún peor, el Descanso en
la huida a Egipto de Pulke. Sólo Baselitz parece resistir el envite
violento.
A pesar de esta dispersión, es bien cierto que existe un núcleo
consistente dentro de la de la exposición, precisamente por ser la más
revolucionaria y explícita. Me refiero a la reivindicación de los colectivos queer y los feminismos. Los mensajes de
las Guerrilla Girls expuestos en un gran políptico, son directos
y contundentes; del mismo modo, la proyección de Freak Orlando cuestiona las arraigadas cuestiones de género, y la
obra del imperdible Pepe Espaliú pone de relieve el problema existente al
respecto las enfermedades virales. La acción urbana y obra generada en el
proyecto denominado como Carrying,
ilustra la decisión del artista de aceptar abiertamente una enfermedad que,
sepultada deliberadamente por las autoridades españolas, produjo una oleada de
discriminaciones.
Los propios comisarios de la exposición hacen notar que el período
tratado tuvo un fuerte carácter fragmentario y que, por tanto, la selección de
obras a exponer debe ser tratada del mismo modo. Parece un argumento
convincente y razonable a tenor del asentamiento de los mass media y su indiscriminada producción de imágenes y de los
distintos lugares de reacción y protesta que esto suscita en los artistas del
período. Pero es aquí precisamente donde se aprecia el error. Puesto que el
discurso se estructura en torno a aquellos lugares
de resistencia, la comprensión de la muestra debe mostrar un contenido
global y acorde con la ambición de la línea expositiva. No sucede así. Durante
todo el recorrido, esa suerte de obstáculos y desconciertos descritos en las salas van construyendo una nebulosa de
conceptos no conectados. Los objetos se despliegan cómodamente tras el cristal,
pero la percepción última, lejos de adscribirlos a un mensaje de fondo, es
sentirse de paso, perdido al tratar de encontrar la vinculación.
Kumar K. López
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