miércoles, 23 de octubre de 2013


Surrealistas antes del surrealismo. La fantasía y lo fantástico en la estampa, el dibujo y la fotografía.

Fundación Juan March, Madrid, 4.10.2013 - 12.01.2014

 

¿Existió el surrealismo antes del movimiento surrealista de André Breton? Esto es lo que trata de probar la exposición de la Fundación Juan March, a través de doscientas obras que cubren desde el medievo tardío hasta 1945. Para apoyar esta teoría, la exposición se organiza temáticamente en once secciones: el ojo interior, espacios mágicos, perspectivas cambiantes, figuras compuestas, el ser humano construido, el (des)orden de las cosas, el Capriccio, metamorfosis de la naturaleza, fantasmagorías, las sombras de las sombras y sueños diurnos, pensamientos nocturnos.

 

La exposición "Fantastic Art, Dada, Surrealism" comisariada por Alfred H. Barr en 1936 en el MoMA, sirve como modelo en cuanto a la asociación de obras históricas y modernas – que se presentan codo con codo de manera asombrosamente natural-, y la intervención del espacio expositivo con el fin de crear ese ambiente tan sugerente que acompaña a la muestra. Desde el fotomontaje Urbanita Solitario (1932) de Herbert Bayer, en la que dos ojos cuyo rostro es la palma de la mano, miran al espectador, a Homenaje a Chirico/Desnudo en Telouet, Marruecos de Pierre Boucer en lo que sería una reinterpretación del metafísico italiano pero con referencias arquitectónicas árabes, que acertadamente abre la segunda sección, vamos poco a poco cayendo en la cuenta de las implicaciones más complejas de la palabra “surrealismo” y, una vez más, de la absurdidad de caer en las etiquetas para narrar la historia del arte. Es curioso comprobar, cómo temas tan explotados por el surrealismo como el de las figuras compuestas, son ideas que se han venido trabajando a lo largo de la historia del arte desde hace siglos, tal es el caso de la representación de los cuatro elementos (agua, fuego, aire y tierra), atribuido a Heinrich Göding el Viejo (ha. 1580), en el que cada uno aparece como un retrato de perfil, formado por elementos del medio al que representan.

 

Como en todas las exposiciones temáticas, hay secciones más conseguidas que otras y en esta exposición me gustaría destacar la dedicada al ser humano construido, en la que, comenzando por una cabeza mecánica de Raoul Hausmann, y continuando por un muestrario de 110 fotografías de Leblond de maniquíes para uso de los artistas de la Academia de Bellas Artes de París (ha. 1868), culmina con las conocidas fotografías de Man Ray, Sr y Sra Woodman (Centro Pompidou), que muestran a unos muñecos articulados en diferentes posturas sexuales, contrastando de manera muy directa con las fotografías de Hans Beumer La poupée en las que la muñeca aparece desmontada en partes aludiendo también a su sexualidad. En contraposición, quizá la sección que me ha resultado más simple ha sido la dedicada a El (des)orden de las cosas con El enigma de Isidore Ducasse de Man Ray como pieza clave. Especialmente bella me ha parecido la sección dedicada a la metamorfosis de la naturaleza, cuya apertura la protagoniza una inquietante fotografía de Óscar Domínguez. La última sección de la exposición, quizá la más “surrealista” de todas, está dedicada a lo onírico, con figuras tan emblemáticas como Durero (Melancolia I) o Goya (El sueño de la razón produce monstruos).

 

Para terminar, y conectando con el comienzo, el ojo que todo lo ve, esta vez como si de un ojo de buey de una embarcación se tratase, nos permite espiar la última sala de la exposición: "El surrealismo en sus exposiciones". A modo de anexo documental, se expone de manera enormemente atractiva, material de la colección de José María Lafuente: cartas, postales, folletos y cubiertas de catálogos, fotografías y otro material de la historiografía expositiva de este movimiento artístico; curiosa manera de terminar el recorrido si tenemos en cuenta la intención de la exposición.

 

María Alberola

No hay comentarios:

Publicar un comentario