Surrealistas antes del
surrealismo. La fantasía y lo fantástico en la estampa, el dibujo y la
fotografía.
Fundación Juan March, Madrid,
4.10.2013 - 12.01.2014
¿Existió el surrealismo antes del movimiento surrealista de André
Breton? Esto es lo que trata de probar la exposición de la Fundación Juan
March, a través de doscientas obras que cubren desde el medievo tardío hasta
1945. Para apoyar esta teoría, la exposición se organiza temáticamente en once
secciones: el ojo interior, espacios mágicos, perspectivas cambiantes, figuras
compuestas, el ser humano construido, el (des)orden de las cosas, el Capriccio,
metamorfosis de la naturaleza, fantasmagorías, las sombras de las sombras y
sueños diurnos, pensamientos nocturnos.
La exposición "Fantastic Art, Dada, Surrealism" comisariada
por Alfred H. Barr en 1936 en el MoMA, sirve como modelo en cuanto a la asociación
de obras históricas y modernas – que se presentan codo con codo de manera
asombrosamente natural-, y la intervención del espacio expositivo con el fin de
crear ese ambiente tan sugerente que acompaña a la muestra. Desde el
fotomontaje Urbanita Solitario (1932)
de Herbert Bayer, en la que dos ojos cuyo rostro es la palma de la mano, miran
al espectador, a Homenaje a
Chirico/Desnudo en Telouet, Marruecos de Pierre Boucer en lo que sería una reinterpretación
del metafísico italiano pero con referencias arquitectónicas árabes, que
acertadamente abre la segunda sección, vamos poco a poco cayendo en la cuenta
de las implicaciones más complejas de la palabra “surrealismo” y, una vez más,
de la absurdidad de caer en las etiquetas para narrar la historia del arte. Es
curioso comprobar, cómo temas tan explotados por el surrealismo como el de las
figuras compuestas, son ideas que se han venido trabajando a lo largo de la
historia del arte desde hace siglos, tal es el caso de la representación de los
cuatro elementos (agua, fuego, aire y tierra), atribuido a Heinrich Göding el
Viejo (ha. 1580), en el que cada uno aparece como un retrato de perfil, formado
por elementos del medio al que representan.
Como en todas las exposiciones temáticas, hay secciones más conseguidas
que otras y en esta exposición me gustaría destacar la dedicada al ser humano
construido, en la que, comenzando por una cabeza mecánica de Raoul Hausmann, y
continuando por un muestrario de 110 fotografías de Leblond de maniquíes para
uso de los artistas de la Academia de Bellas Artes de París (ha. 1868), culmina
con las conocidas fotografías de Man Ray, Sr
y Sra Woodman (Centro Pompidou), que muestran a unos muñecos articulados en
diferentes posturas sexuales, contrastando de manera muy directa con las
fotografías de Hans Beumer La poupée en
las que la muñeca aparece desmontada en partes aludiendo también a su
sexualidad. En contraposición, quizá la sección que me ha resultado más simple
ha sido la dedicada a El (des)orden de las cosas con El enigma de Isidore Ducasse de Man Ray como pieza clave. Especialmente
bella me ha parecido la sección dedicada a la metamorfosis de la naturaleza,
cuya apertura la protagoniza una inquietante fotografía de Óscar Domínguez. La
última sección de la exposición, quizá la más “surrealista” de todas, está
dedicada a lo onírico, con figuras tan emblemáticas como Durero (Melancolia I) o Goya (El sueño de la razón produce monstruos).
Para terminar, y conectando con el comienzo, el ojo que todo lo ve, esta
vez como si de un ojo de buey de una embarcación se tratase, nos permite espiar
la última sala de la exposición: "El surrealismo en sus
exposiciones". A modo de anexo documental, se expone de manera enormemente
atractiva, material de la colección de José María Lafuente: cartas, postales,
folletos y cubiertas de catálogos, fotografías y otro material de la
historiografía expositiva de este movimiento artístico; curiosa manera de
terminar el recorrido si tenemos en cuenta la intención de la exposición.
María Alberola
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