Mínima resistencia. Entre el tardomodernismo y la
globalización: prácticas artísticas en las décadas de los 80 y 90.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid.
15 de octubre de 2013-6 de enero de 2014
“habrá tantas formas diferentes de posmodernismo como
existieron modernismos plenos en su lugar apropiado, ya que los primeros son al
menos reacciones inicialmente específicas y locales contra esos modelos”
(Frederic Jameson).
A partir del título que el dúo de artistas Fischli
&Weiss dan a su obra en formato de vídeo, La mínima resistencia (1980-81), el MNCARS da nombre a esta
exposición que propone una relectura de su colección permanente de las décadas
de los 80 y 90 del siglo XX. Según palabras de su director, Manuel
Borja-Villel, comisario de la muestra junto con Rosario Peiró y Beatriz
Herráez, ésta es una visión posible de entre la multiplicidad de visiones que
buscan acabar con el discurso hegemónico en el arte. Por este motivo, las
detecciones de ausencias en esta exposición son absolutamente naturales.
El posmodernismo se propone deconstruir el modernismo y
oponerse al status quo, adoptando una postura de resistencia frente a un mundo
globalizado. Por este motivo, el concepto de arte adopta otros parámetros; conceptos
como la estética o la exigencia Kantiana de que el juicio del gusto sea algo
universal, adquieren una noción negativa, necesaria para rebelarse contra el
modelo anterior.
El recorrido que propone el MNCARS navega por algunos de los
temas que han formado parte de la problemática posmoderna, recogemos aquí solo
algunos de ellos.
La arquitectura y la crítica institucional
La lucha por romper con el vínculo arte-burguesía y como
consecuencia la diferenciación entre alta y baja cultura, también se persigue
desde el ámbito de la arquitectura con su crítica al Estilo Internacional. En
España desde 1972, Isidoro Valcárcel desarrolla sus “arquitecturas prematuras”,
de las que podemos ver aquí los planos para una casa obrera y una prisión, y
que son, según sus propias palabras: "proyectos que se limitan a poner a
las claras la evidencia [y que] necesitarían, para ser viables, otra época y
otra mentalidad, es decir, son prematuros", pretendiendo a través de ellos
devolver al ciudadano la posesión de los espacios que habita.
Parte de la crítica artística al modelo anterior, pasa por
cuestionarse también la institución museística como puede verse en la obra de
Reinhard Mucha, Sala de Estocolmo (para Rafael
Moneo). Para ello se vale de elementos museísticos que, en origen, buscan
velar por la seguridad de la obra (tal es el caso de plintos o vitrinas), pero
que establecen una distancia infranqueable con el espectador, llegando a sacralizar
la obra.
Además, la crítica también llega a los excesos de los
“felices” años 90 que algunos artistas, pioneros en este sentido, cuestionan.
La política cultural sevillana manejada por la Junta de Andalucía en general, y
la euforia causada por la organización de la expo de Sevilla de 1992 en
particular, con el consiguiente despilfarro para la construcción de un sinfín
de pabellones efímeros, son aspectos contra los que Pedro G. Romero y Juan
Ugalde arremeten.
La teatralidad de los historicismos
El campo de la escultura desde mitad de los 70 empezó a
experimentar una expansión en su concepto, incluyendo aspectos que no se habían
considerado hasta entonces (escultura efímera al aire libre o registros
fotográficos de excursiones por las montañas) y que para algunos críticos no
eran más que una manipulación interesada del término. Si bien la idea de
escultura como monumento ya estaba denostada desde finales del XIX, es en la
época de vanguardia cuando se empieza a experimentar con el espacio y con nuevos
materiales. En la época que nos ocupa vemos como la idea de modernidad se
entiende como una vuelta al pasado reactualizado, mitigando así esas
diferencias abismales con décadas anteriores. La escultura de Cristina Iglesias
ilustra muy bien la teatralidad que se desprende de estos historicismos. Por su
parte, Pello Irazu en su escultura de pared Expansión
2, nos remite claramente a la escultura de vanguardia rusa.
Posmodernismo y sociedad de consumo
El proceso de transformación político y económico llevado a
cabo por las políticas neoliberales de los años 80, trajo nuevos modelos de
consumo a una velocidad vertiginosa. El urbanismo se transforma radicalmente y
se sustituye la antigua tensión entre ciudad y campo por el suburbio. La serie
fotográfica de Allan Sekula ironiza al respecto a través de un elemento que se
repite: una mano con una copa de cocktail y una casa prefabricada encima, clara
alusión a la especulación inmobiliaria que empieza en estos años. La otra cara
de la moneda la representa la serie fotográfica Le Cornillon - Strand Stade (St Denis), que recoge como una serie
de familias son desalojadas de un asentamiento chabolista a las afueras de
París, para la construcción de un estadio deportivo.
Activismos
Desde finales de los años 60 tiene lugar el fenómeno de
contestación social conocido como “segunda ola del feminismo”, que ya no busca una
igualdad social formal, sino que lucha por los derechos civiles. La crítica alude
a como la dominación patriarcal afecta no solo a las leyes, sino también a las
esferas privadas (la familia o la sexualidad), convirtiendo estas cuestiones
privadas en políticas. Las Guerrilla Girls, haciéndose eco de la publicación de
Linda Nochlin “¿Por qué no ha habido grandes artistas mujeres?”[]
(1971), se
cuestionan a través del formato póster, el papel de las artistas mujeres en la
institución. Do women have to be naked to get into
the Met. Museum?, es un proyecto
que reflexiona sobre el porcentaje de artistas femeninas que tienen cabida en este
museo y por contrapartida, el porcentaje de representaciones de desnudos
femeninos que éste alberga.
Comunicación de masas
La comunicación de masas en sus diferentes vertientes,
influye en la sociedad de manera dramática, usurpando al sujeto el rol de actor
de su propia vida, que pasará a ser regulada por el poder telemático del
primero. La saturación superficial de información junto con la idea de “mercancía”
es lo que Jean Baudrillard llama “éxtasis de la comunicación”.
La instantaneidad de la comunicación hace que la barrera que
suponía la distancia entre países se desvanezca, dando lugar a un mundo cada
vez más uniforme y globalizado. Estas actitudes y críticas se reflexionan en la
proyección de vídeo “Cierra la boca”, del colectivo canadiense General Idea.
Con la siguiente reflexión de Jean Baudrillard sobre la
saturación de información que define la sociedad actual, se pone un punto y
seguido a esta crítica: “Tal vez la expresión es libre, pero yo soy menos libre
que antes: ya no consigo saber lo que quiero; el espacio está tan saturado y
tan grande es la presión de todos los que quieren hacerse oír”.
María Alberola
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