Surrealistas antes del surrealismo. La fantasía y lo fantástico en la estampa, el dibujo y la fotografía.
Fundación Juan March, c/Castelló, 77 Madrid, 4.10.2013-12.01.2014
Rocío Jiménez Solana
Sólo podemos acceder a la exposición deslizando un gran cortinaje. La metáfora es clara: desvelamos una tradición tapada al tiempo que nos adentramos en las oscuras profundidades de la psique humana.
1. El ojo interior, espacios mágicos y perspectivas cambiantes: representaciones del interior. La primera tríada de secciones que da comienzo a este vi(r)aje por el mundo de las sombras, la magia y el ensueño son diferentes intentos por representar la trastienda del ser humano. Nos topamos, por un lado, con la creencia en la existencia de un ojo interno que haría las veces de inspector, idea influenciada por los estudios de óptica y el mecanicismo de la época. Otro tipo de representación, aunque ligada a la anterior por ser ambas hijas de la Modernidad, se lleva a cabo mediante diferentes objetos matemáticos, formas geométricas y estereométricas. Y en un islote hallamos las ruinas de Piranessi y otras deformidades plásticas, metáforas de la posterior caída de aquella Razón moderna.
2. El ser humano construido: las figuras compuestas. “La cabeza mecánica (el espíritu de nuestra era)” de Raoul Hausmann también parece apuntar críticamente a aquel sistema filosófico que confía en la razón como único método válido de acceso al conocimiento. La cabeza tallada sobre madera - probablemente vacía por dentro o, aún peor, llena de serrín,- está plagada de objetos adheridos arbitrariamente como mojones impuestos desde fuera, cuyo resultado es una amalgama de objetos/ideas no uniformes, no integradas, pero que dan forma a la cabeza.
3. El (des)orden capriccioso. En estas dos secciones podemos ver obras que cuestionan el canon académico y el orden preestablecido, al tiempo que nos proponen coordenadas caprichosamente desviadas, figuras fantásticas y jardines que, lejos de imágenes idílicas, están sumidos en bochorno.
4. Metamorfosis de la naturaleza y otras fantasmagorías. Siguiendo la línea de las secciones anteriores, se presentan ahora diferentes rarezas y alteraciones de la naturaleza difícilmente catalogables o clasificables, como las arpías monstruosas. En la red de “lo natural” existen seres fronterizos y marginales situados en las hendiduras e
intersticios: desmembraciones, distorsiones y desintegraciones que caracterizarán siglos después al sujeto moderno.
5. Las sombras de las sombras: el juego del espejo y su reflejo, el parecer de las apariencias, un esqueleto que escribe “Nada”, tirado al lado de cadáveres apilados que parecen surgir de su propia imaginación. La respuesta de Goya es abierta e inquietante: Ello dirá. ¿Quién dirá y qué dirá?.
6. Sueños diurnos, pensamientos nocturnos. Lo que durante el día sólo le está permitido ser mera quimera irracional, al caer la oscuridad torna en monstruoso pensamiento. Los hombres echan a volar, le pueden arrebatar el poder a la naturaleza.
El viaje subterráneo ha llegado a su fin: queda oficial y formalmente establecido el surrealismo. La luz blanca de la última sala nos ciega y nos hace olvidar los tortuosos caminos que anduvieron a contracorriente hombres en solitario, aquellos que un día cuestionaron conceptos intocables y sagrados.
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