miércoles, 30 de octubre de 2013

MINIMA RESISTENCIA


MINIMA RESISTENCIA. ENTRE EL TARDOMODERNISMO Y LA GLOBALIZACIÓN: PRÁCTICAS ARTÍSTICAS DURANTE LAS DÉCADAS DE LOS 80 Y 90.

MNCARS. 16 de octubre-5 enero 2014

El Museo Reina Sofía saca a la luz más de un centenar de obras de su colección de los años 80 y 90, hasta ahora no mostradas al público, junto con piezas de intercambio pertenecientes a otras colecciones europeas postmodernistas. La ambiciosa muestra forma parte del proyecto Los usos del arte puesto en marcha por la recién creada red L´International, que engloba a seis importantes museos de Arte Contemporáneo europeos (Moderna Galerija en Ljubljana, M HKA en Amberes, SALT en Estambul, VAM, Eindhoven y MNCARS, MACBA en España).

Comisariada por Manuel Borja-Villel, Rosario Peiró y Beatriz Herráez, la exposición Mínima resistencia exhibe las obras de más de 80 artistas expuestas de un modo fragmentario y muestra la búsqueda por parte de los creadores de espacios de resistencia en un mundo globalizado. La exposición toma su título del vídeo realizado por los artistas suizos Fischli & Weiss y el discurso expositivo se centra en la dualidad imperante a finales de los 80 en la que conviven diversos aspectos antagónicos. Uno de ellos es la reivindicación del artista amateur frente al artista consagrado, que se nos muestra en el vídeo citado en el que los peluches Oso y Rata, alter ego de sus creadores, estudian las posibilidades de triunfar como artistas contemporáneos en una producción en la que lo absurdo y el sentido del humor no faltan. 

La crisis económica y el capitalismo constituyen otros iconos duales del tardomodernismo y reflejo de ello es La escuela es una fábrica del estadounidense Allan Sekula. Mediante sencillas factografías nos explica las transformaciones sociales que trajeron las políticas neoliberales de los años 80: el empresario en la cúspide de la pirámide social explota a sus trabajadores que ven su vida sometida a una férrea rutina, en la que encuentran al menos, tres cuartos de hora para dedicar al sexo, su único “lujo”.
La lucha de clases y lo colectivo frente al individualismo queda bien plasmados en el audiovisual Numax presenta (1979), en el que el catalán Joaquín Jordá nos explica la acción consensuada de los trabajadores de la fábrica de electrodomésticos Numax ante el cierre inminente de la misma. En la fiesta final de clausura de la empresa todos acaban por despojarse de su condición compartida de proletarios y afrontan sus vidas con nuevos proyectos e ilusiones individuales.

En el terreno pictórico, los artistas postmodernos tomaron conciencia de que la pintura había entrado en un callejón sin salida. Como consecuencia surge una enorme variedad de estilos marcados por el eclecticismo, un “cajón de sastre” en el que partiendo de la autoreferencialidad del arte, la obra es asumida como objeto y como finalidad en sí misma. En este contexto encontramos otra dualidad, la convivencia de los géneros pictóricos tradicionales con la apropiación de imágenes de artistas precedentes y de los mass media. Reflejo de la reinterpretación de géneros clásicos es la pintura de historia de Dokoupil, cuyas propuestas tuvieron enorme éxito por sus referencias iconográficas.

La otra vertiente es representada por artistas como Cindy Sherman, de quien se exponen un par de fotografías, que participaron en la muestra Pictures en Nueva York, comisariada por D. Crimp en 1977. Pretendían devolver la dimensión teatral a la imagen pictórica, desmitificando imágenes del pasado y arrebatándole su sentido conceptual. Compartían un “nuevo sentido de la representación como imagen; es decir, un palimpsesto de representaciones, a menudo encontradas y rara vez originales, que complicaban las reivindicaciones de autoría y autenticidad tan importantes para la estética más moderna” (Rosalind Krauss).

El videoarte se incorpora a la muestra en las salas Actitud vídeo y la dedicada a Dara Birbaum, en las que el espectador experimenta la reinterpretación de la realidad postmodernista, basada en la repetición de imágenes anteriores hasta el punto en que llegan a perder el sentido. El público asume el fracaso postmodernista, incapaz de generar nuevas ideas, como propio y sumido en un estado de ansiedad ve su desesperación acrecentada por la música excesivamente alta y por el esfuerzo intelectual requerido en estas salas de gran complejidad semántica.

La faceta más reivindicativa del postmodernismo relativa al feminismo y la sexualidad, que culminará en la vitrina dedicada al activismo homosexual, queda representada en la turbadora serie Body Building de Icízar Okariz y las soeces imágenes de Ulrike Ottinger. Destaca en esta sección la soberbia y poética instalación de Eulalia Valldosera y la de la artista conceptual alemana Hanne Darvoben, basada en una de sus series de dibujos en cuadrícula con interminables listados de números.

La muestra incluye también referencias arquitectónicas como son los planos ficticios de la Cárcel del Pueblo y Edificio de Parados proyectados por Isidoro Valcárcel Medina y que nunca llegaron a realizarse. De manera magistral ejecutó estos "proyectos que se limitan a poner a las claras la evidencia, necesitarían, para ser viables, otra época y otra mentalidad, es decir, son prematuros" según palabras del propio artista.

Juan Muñoz, Cristina Iglesias y Txomin Badiola nos proporcionan un instante de paz, rememorándonos en la última sala que la modernidad ya ha pasado a la historia en un mundo dominado por la globalización.

Conclusión: Se trata de un proyecto de alto riesgo que se justifica, ya que el arte actual es difícil de abordar en una época de trepidantes cambios y sin la perspectiva que proporciona el paso del tiempo. Por otro lado, resulta chocante la elección sumamente arbitraria de los artistas participantes, ¿por qué no están presentes nombres como Barceló, paradigma de la postmodernidad en España? El discurso narrativo de la muestra acaba por diluirse en los interminables espacios del MNCARS, a través de un sinfín de obras e iconos que precipitan la incomprensión del público, exhausto por la saturación conceptual. Ni un ápice de mínima resistencia queda a la salida de la muestra.


Marina López de Haro

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